La contención física es una experiencia muy negativa y humillante para el paciente. Con los nuevos fármacos inhalados se permite contener al paciente sin la necesidad de usar la fuerza.
Aceleración del curso del pensamiento, ansiedad, nerviosismo, movimientos estereotipados o sensación de malestar interno son algunos de los síntomas que la persona con una enfermedad mental puede sufrir. Lo padece durante el llamado estado de agitación. “Intervienen varios factores que dan lugar a un estado de agitación, en la mayoría de los casos se sufre una descompensación producida por una experiencia nueva que sorprende al paciente”, apunta Miquel Casas, catedrático y jefe del servicio de psiquiatría del Vall d’Hebron. En este sentido, en el caso de la esquizofrenia, el estado de agitación se puede producir cuando presenta sintomatología alucinatoria o delirante, o en el trastorno bipolar cuando está en episodios de manía. Aunque lo mejor sería prevenirlos mediante la detección de los síntomas previos al estallido, la retención de los pacientes ha pasado a ser menos forzosa e incómoda de lo que era antes y no sólo para el paciente, sino también para familiares y para el personal sanitario.
La retención normalmente ha sido un proceso incómodo, forzoso y en muchas ocasiones peligroso tanto para el paciente como para el profesional sanitario. “Muchas veces el paciente agitado se vuelve agresivo”, apunta el especialista Casas. Por ello, cuando es preciso reducirlo físicamente, deben intervenir entre cuatro y cinco personas, conteniendo al paciente por las articulaciones y sujetándolo con restricciones mecánicas. Habitualmente, se asocia medicación sedante. Una medicación que ha evolucionado mucho desde que se empezaron a usar los psicofármacos en los años 60 o 70 del pasado siglo. Mientras hace años sólo se disponía de psicofármacos administrados por la vía intravenosa o intramuscular, ahora ya se pueden contar con medicamentos que se administran por inhalación.
Éstos últimos, además de ser menos agresivos, no presentan los inconvenientes propios de los otros anteriores. De esta manera, mientras que en la vía intravenosa resulta muy difícil encontrar la vena, la intramusucular tiene el principal inconveniente de que es muy lenta en hacer efecto. Además, el nuevo fármaco inhalado ha permitido que la angustia del paciente disminuya sin tener que hacerlo por la fuerza. “Ya no se sienten que se atenta contra su persona, ya no se les pincha ni se les ata”, añade el psiquiátra Casas. La contención física es una experiencia muy negativa y humillante para el paciente. Además, según este especialista, estos fármacos inhalados permiten mantener una relación psicoterapéutica con la persona afectada tras el episodio de agitación. “Ahora el paciente no se queda dormido, como ocurría con el fármaco intravenoso o intramuscular”, explica y concluye, “con el nuevo fármaco se queda tranquilo y se puede hablar con él, pues no está enfadado porque ni se le ha retenido forzosamente ni se le ha pinchado”.
EL PERIODICO. 31 de enero 2015