Es la primera vez que un estudio describe la falta de tratamiento en trastornos de ansiedad a nivel mundial. Un estudio internacional evalúa la adecuación del tratamiento que reciben los trastornos de ansiedad en todo el mundo, realizado sobre una muestra de más de 51.500 individuos de 21 países.
El director del Programa de Epidemiología y Salud Pública del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), investigador del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y catedrático de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Jordi Alonso, ha liderado por encargo de la World Mental Health un estudio internacional para evaluar la adecuación del tratamiento que reciben los trastornos de ansiedad en todo el mundo. El resultado, sobre una muestra de más de 51.500 individuos de 21 países diferentes, revela que la prevalencia de la ansiedad es del 10%. De estos sólo el 27,6% recibieron algún tipo de tratamiento y sólo en el 9,8% de los casos se considera que este fue el adecuado.
Existe una gran variabilidad entre países en relación a la frecuencia de la afectación. Se calcula que los trastornos de ansiedad afectan al 5,3% de la población en entornos africanos mientras que lo hace en un 10,4% en los entornos europeos. Hay que tener en cuenta también que algunos trastornos de ansiedad, en particular las fobias, la ansiedad social y la ansiedad por separación, debutan a una edad muy temprana (de los 5 a los 10 años de edad), mientras que otros trastornos de ansiedad como el trastorno generalizado de ansiedad, el trastorno de pánico y el trastorno de estrés postraumático tienden a aparecer entre los 24 y los 50 años, y tienen una variación transnacional mucho más amplia.
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Se considera un tratamiento adecuado para un trastorno de ansiedad de 12 meses de evolución aquel que incluye o bien un tratamiento farmacológico con al menos cuatro visitas al médico o bien un tratamiento psicoterápico que incluya como mínimo 8 visitas. Un correcto tratamiento de esta patología evitaría la cronificación de este trastorno y disminuiría la comorbilidad con otras enfermedades físicas o mentales como, por ejemplo, la depresión.
La baja proporción de pacientes que reciben un tratamiento adecuado para el trastorno de ansiedad está motivada por diferentes factores. En muchos casos no se percibe la necesidad de atención, ni por el sistema de salud ni por el paciente. De hecho, las personas con ansiedad perciben sólo en el 41,3% de los casos la necesidad de recibir tratamiento, y cuando la ansiedad no está combinada con otro tipo de trastorno, el porcentaje se reduce al 26,3%. A esto se suman las debilidades del sistema estructural y de salud, los costes del tratamiento y el estigma que perciben las personas que experimentan estos trastornos, que limitan aún más su tratamiento. Incluso en países con altos ingresos, sólo un tercio de los individuos con trastornos de ansiedad reciben tratamiento, con la excepción de los Estados Unidos, donde las tasas de tratamiento son considerablemente más altas.